Herederos de Dios y Coherederos con Cristo (Romanos 8:16-17)

DOCTRINA SOBRE LA IGLESIA


NOTA: En este sitio web llamado HEREDEROS DE DIOS se busca promover la sana doctrina y práctica en las Iglesias Cristianas.



 


LA IGLESIA

 Enseñamos que una iglesia verdadera de Cristo es una congregación de creyentes en Él, bautizados después de una profesión de fe (Hechos 2:41,42; Apocalipsis 1:4; 22:16); unidos en las doctrinas del evangelio, comprometidos en mantener las ordenanzas conforme a las escrituras (Hechos 14:22,23; Efesios 4:5,13; Hechos 20:6,7); reconociendo a Cristo como la única cabeza, tomando la Biblia como su única regla de fe y práctica (Mateo 28:20; Colosenses 1:18,19; 2:8-10; 1 Corintios 11:23,24); y cuyos ministros oficiales bíblicos son los ancianos, o pastores, y los diáconos. (Filipenses 1:1; Hechos 6:3-6; 14:23).

 

Independencia

Enseñamos que el uso genérico, institucional, ideal o abstracto de la palabra Iglesia en el Nuevo Testamento, especialmente en las Cartas a los Efesios y a los Colosenses, no indican necesariamente la conformación de una “Iglesia Universal”; ya que la mayoría de veces, la palabra Iglesia se usa en el Nuevo Testamento para referirse a una asamblea específica e independiente de creyentes en determinado lugar (Mateo 18:17; Hechos 2:47; 5:11; 8:1,3; 11:22,26; 12:1,5; 13:1; 14:23, 27; 15:3,4,22; 18:22; 20:17,28; Romanos 16:1,5,23; 1 Corintios 1:2; 4:17 -singular en el griego-; 6:4; 11:18,22;14:4-5,12,19,23,28,35; 16:19; 2 Corintios1:1; Filipenses 4:15; Colosenses 4:15-16; 1 Tesalonicenses1:1; 2 Tesalonicenses 1;1; 1 Timoteo 3:5; 5:16; Filemón 2; Hebreos 2:12; Santiago 5:14; 3 Juan 6, 9,10; Apocalipsis 2:1, 8,12,18; 3:1,7,14); y las demás veces, es usada en plural para designar una grupo de Iglesias locales específicas (Hechos 9:31; 15:41; 16:5; Romanos 16:4,16; 1 Corintios 7:17; 11:16; 14:33-34; 16:1,19; 2 Corintios 8:1,18-19,23-24; 11:8,28; 12:13; Gálatas 1:2,22; 1 Tesalonicenses 2:14; 2 Tesalonicenses 1:4; Apocalipsis 1:4,11,20; 2:7,11,17,23,29; 3:6,13,22; 22:16).

 

Por consiguiente, sin desconocer que al empezar su vida cristiana un nacido de nuevo (Juan 3:3-8), que ha creído en Cristo y hace parte de el Reino de Dios, aún no pertenece oficialmente a una Iglesia local; Enseñamos que el valor conferido por el Nuevo Testamento a la iglesia local independiente, como portadora del evangelio y edificadora de los Hijos de Dios, nunca debe ser trasladado a una “Iglesia universal o invisible”, o a un grupo o asociación de Iglesias, o a una denominación eclesiástica conformada por varias congregaciones y regida por una jerarquía determinada; para que así, cada Iglesia pueda gobernarse a sí misma con real autonomía y libertad.

 

Enseñamos que es escritural que las iglesias verdaderas cooperen entre ellas para la mutua edificación, y la presentación y propagación de la fe. No obstante, cada iglesia local, a través de sus ancianos y su interpretación y aplicación de la Escritura, debe ser el único juez de la medida y método de su cooperación, evitando la confusión en la membresía de los creyentes de cada Iglesia; ya que un Cristiano, por lazos emocionales hacia varias congregaciones, no puede pretender ser miembro de varias iglesias al tiempo, ni congregarse en varias Iglesias sin ser miembro oficial de ninguna (cristianismo nominal).


Gobierno

Enseñamos que la autoridad suprema de la iglesia es Cristo (1 Corintios 11:3; Efesios 1:22; Colosenses 1:18) y que el liderazgo, dones, orden, disciplina, y adoración son determinados por medio de su soberanía, tal como se encuentra en las Escrituras. Las personas bíblicamente designadas, sirviendo bajo Cristo y sobre la asamblea, son los ancianos (también llamados obispos, pastores, y pastores-maestros; Hechos 20:28; Efesios 4:11); y quienes apoyan a los pastores en los servicios generales en la congregación, son los diáconos. Tanto ancianos como diáconos deben de cumplir con los requisitos bíblicos (1 Timoteo 3:1-13; Tito 1:5-9; 1 Pedro 5:1-5).

Enseñamos que los Ancianos guían o gobiernan como siervos de Cristo (1 Timoteo 5:17-22) y que tienen su autoridad al dirigir la iglesia conforme al parámetro bíblico de sacerdocio común para todos los creyentes (1 Pedro 2:9), vinculando hasta donde sea posible a la congregación a través de la cual Dios certificó su ministerio, en sus determinaciones sobre los asuntos de membresía, disciplina, benevolencia, y gobierno (Mateo 18:17; 20:25-28; Hechos 1:15-26; 6:1-6; 15:19-31; 20:28; 1 Corintios 5:1-5; 12-13; 1 Pedro 5:1-4); y por ello la congregación debe someterse a su liderazgo (Hebreos 13:7, 17). Además, se entiende que una Iglesia naciente no constituirá una pluralidad de pastores sino hasta que haya hombres que cumplan con los requisitos bíblicos (Tito 1:5-9), y que en casos extremos, donde todos los ancianos incurran en faltas graves, la membresía de la Iglesia podría llamarlos a disciplina por la palabra de Dios (1 Corintios 5:4-7; 1 Timoteo 5:19-21); pero que aún, en todos estos casos, se debe buscar la pronta implementación o restauración del modelo bíblico de un conjunto de ancianos liderando la congregación, para el beneficio de la Iglesia.

 

Función

Enseñamos que el propósito de la iglesia es glorificar a Dios (Efesios 3:21) al edificarse a sí misma en la fe (Efesios 4:13-16), al ser instruida en la Palabra (2 Timoteo 2:2, 15; 3:16-17), al tener comunión (Hechos 2:46-47; 1 Juan 1:3), al guardar las ordenanzas (Lucas 22:19; Hechos 2:38-42) y al extender y comunicar el evangelio al mundo entero (Mateo 28:19; Hechos 1:8; 2:42).

 

Enseñamos que el llamado para todos los santos es a la obra del servicio a Dios a través de la Iglesia (1 Corintios 15:58; Efesios 4:12; Apocalipsis 22:12); Por ende, Enseñamos la importancia del discipulado (Mateo 28:19-20; 2 Timoteo 2:2), siendo responsabilidad mutua de todos los creyentes el edificarse en la Fe los unos a los otros; como también enseñamos la necesidad de disciplinar a los miembros de la congregación que estén en pecado, de acuerdo con los estándares de la Escritura (Mateo 18:15-22; Hechos 5:1-11; 1 Corintios 5:1-13; 2 Tesalonicenses 3:6-15; 1 Timoteo 1:19-20; Tito 1:10-16).

 

Enseñamos la necesidad de que la iglesia coopere con Dios conforme El lleva a cabo sus propósitos en el mundo. Para ese fin, El da a la iglesia dones espirituales. En primer lugar, El da hombres escogidos con el propósito de equipar a los santos para la obra del ministerio (Efesios 4:7-12), y El también da capacidades únicas y especiales a cada miembro del Cuerpo de Cristo (Romanos 12:5-8; 1 Corintios 12:4-31; 1 Pedro 4:10-11).


Ordenanzas

 

Enseñamos que a la iglesia local se le han dado dos ordenanzas: El Bautismo y la Cena del Señor (Hechos 2:38-42).

 

I. Bautismo

Enseñamos que el bautismo Cristiano por inmersión (Hechos 8:36-39) es el testimonio solemne y hermoso de un creyente mostrando su fe en el Salvador crucificado, sepultado, y resucitado, y su unión con El en su muerte al pecado y resurrección a una nueva vida (Romanos 6:1-11); También es una señal de comunión e identificación con la Iglesia, que es el cuerpo de Cristo (Hechos 2:41-42), por lo cual sirve como actividad oficial de ingreso a la membresía de la Iglesia, permitiéndole disfrutar de todos los privilegios y responsabilidades que esto conlleva.

 

Enseñamos que por la simbología misma del bautismo Cristiano, la cual apunta a la Identificación de Cristo como su salvador, el creyente puede proclamar bíblicamente que ha sido bautizado en el nombre de Jesús (Hechos 2:36-38; 8:16, 36-38; 10:36-48; 19:3-5); aunque durante la ejecución del bautismo, se debe usar la fórmula que el mismo Señor Jesús instituyó: en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (Mateo 28:19).

 

Enseñamos que, de acuerdo a una correcta interpretación del Bautismo Cristiano según el Nuevo Testamento (Hechos 8:12,36; 1 Pedro 3:21), es incorrecto enseñar que una persona se salva por medio de la ceremonia bautismal -Regeneración bautismal-; o que un verdadero creyente puede vivir resistiéndose voluntaria, permanente y definitivamente a la Orden bíblica de ser Bautizado y de ser miembro activo de una Iglesia Cristiana -Cristianismo nominal-

 

II. La Cena del Señor

Enseñamos que la Cena del Señor es la conmemoración y proclamación de su muerte redentora hasta que El venga, y siempre debe ser precedida por una solemne evaluación personal (1 Corintios 11:28-32).

 

Enseñamos también, que los elementos de la Cena del Señor, el Pan y el Vino, únicamente se usan para representar la Carne y la Sangre de Cristo respectivamente (1 Corintios 10:16); lo cual queda claro desde la institución de esta ordenanza, cuando el propio Señor Jesús los llamó de esta forma, teniendo su cuerpo y sangre reales frente a los discípulos al momento de tomar la cena. (Mateo 26:26-29; Lucas 22:15-20).

 

Enseñamos que la cena debe ser tomada por aquellos que están plenamente identificados como miembros el cuerpo de Cristo, Creyentes bautizados y activos en la Fe; ya que ellos son los únicos que, habiéndose reconocido salvos por la obra de Cristo en la Cruz y estando sometidos a su Señorío, pueden conmemorar realmente su muerte y proclamar gozosamente su segunda venida. (1 Corintios 11:26).



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